"Seamos realistas; pidamos lo imposible"
Che Guevara

lunes, 23 de febrero de 2009

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La mañana hueca frunció el ceño. El cielo era gris. Hojarasca. Hojarasca removida por el viento descuidado y estéril, sin pretensiones de piedad, sin llanto. Un pájaro exhaló un grito sordo desde el pináculo pardo de un roble, pero el rugir de la ciudad lo acalló y lo sumió irremediablemente en el torbellino de agonía y metal ciego que giraba y abrazaba el baño del sol dorado y naranja. Nada a qué aferrarse. Tanto ruido... Tanto silencio de cordura. Un hombrecillo de níveas barbas y raído gabán gris se sentó en un banco junto al roble, inmerso en sus grises tribulaciones y en sus tormentos secretos y oscuros que clamaban a ratos en los rincones más apartados de su alma vieja. Vacío. Había vacío en sus ojos y en los surcos de su rostro. Las nubes se juntaron sobre el parque con premeditada parsimonia, y allí descansaron y dejaron de lado la monotonía del día que marchaba. Apenas cinco minutos, apenas un instante en el correr insaciable de los años; y tanta calma, y tanta vida, y tanta deseperación callada; y tanta angustia anegada por la inercia...

1 comentario:

  1. Tantos no silencios, y tantas no palabras. Tanto aire contenido en una sola garganta.
    Tanto no mirar y tanto no cerrar los ojos.
    Y tanto esperar a tanto no morir, y a tanto no vivir.

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