Susurró el viento y cantaron
las espadas de acero sobre acero
y en lo alto los truenos bramaron
y lloraron las nubes en su cielo.
La lluvia cayó sobre el campo
con rabia y desgracia y tormento
y el invierno llegó con su manto
de nieves blancas su gélido aliento.
Sólo fuego, y hierro, y muerte,
venganza de un dios inclemente,
maldicen los hombres su suerte
y desean que el sol ya despierte.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
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